Roquedos

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Muchas de las sierras extremeñas están coronadas por grandes roquedos de cuarcita, que emergen sobre la densa vegetación del bosque mediterráneo o de las dehesas. La seguridad de esas rocas, con frecuencia inaccesibles, y la densa barrera que constituye la vegetación de las laderas que las preceden, propician que algunas aves seleccionen estos lugares para nidificar y eviten así las molestias humanas o de sus depredadores naturales.

Entre las típicas aves nidificantes de los roquedos se encuentran rapaces amenazadas como el buitre leonado, que suele formar grandes colonias características como las de Monfragüe, que cuentan con más de 500 parejas reproductoras. También alimoche, águila perdicera, águila real, halcón peregrino, cernícalo vulgar y búho real. Y más de un 40% de la población de cigüeña negra los elige para nidificar en lugar de los grandes árboles que prefiere el resto. Este hábitat es también muy específico de algunas especies durante la reproducción, como es el caso del avión roquero, vencejo real, vencejo cafre, collalba negra, roquero solitario, roquero rojo, escribano montesino, grajilla, cuervo y chova piquirroja. Mientras en invierno, en sierras de altitud media y alta, se puede observar el acentor alpino y muy excepcionalmente el treparriscos.

Los mejores roquedos para ver aves se encuentran en las siguientes ZEPA: Monfragüe y las Dehesas del Entorno; Embalse de Orellana y Sierra de Pela; Sierra de Villuercas y Valle del Guadarranque; Canchos de Ramiro y Ladronera; La Serena y Sierras Periféricas; Sierras de Peñalsordo y Capilla; Sierra de la Moraleja, Sierra de Hornachos y Sierras Centrales y Embalse de Alange.

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