Es el hábitat más similar al original que hace miles de años cubrió las tierras de Extremadura. Actualmente los mejor conservados se encuentran en las laderas y partes altas de algunas sierras, así como en determinados valles fluviales, compuestos por encinas, alcornoques o robles, con una alta densidad de árboles que llegan a entremezclar sus copas. Suelen estar acompañados de especies arbustivas y de matorral, que en ocasiones alcanzan tal desarrollo que el bosque se convierte en impenetrable.
Algunas de las aves más amenazadas de la península ibérica, como el buitre negro, el águila imperial ibérica o la cigüeña negra, utilizan este hábitat para nidificar, instalando sus nidos en grandes árboles de las laderas de sus sierras. Cuando el bosque está formado exclusivamente por árboles y se ha eliminado gran parte del matorral, abundan aves típicamente forestales como arrendajo, pico picapinos, pico menor, torcecuello, trepador azul, agateador común, colirrojo real, herrerillo capuchino, mito, pinzón vulgar, picogordo… y en los bosques de robles el mosquitero papialbo. Si el estrato arbustivo es abundante, aparecen nidificantes como petirrojo, ruiseñor común, chochín o curruca capirotada. Es también el hábitat idóneo para rapaces como el abejero europeo -especialmente en los robledales-, azor, gavilán, búho chico y cárabo.
Las ZEPA más representativas de este tipo de vegetación son Sierra de San Pedro; Monfragüe y las Dehesas del Entorno, Sierra de Villuercas y Valle del Guadarranque y Río Tajo Internacional y Riveros.