De mayor tamaño que el zorzal común, su dorso es más apagado y carece de los tonos amarillentos en el pecho. Sus manchas en pecho y vientre son más grandes y redondeadas. Podemos observarlo en bosques de robles, alcornoques, pinos, castaños y dehesas. Bastante discreto pero de canto muy hermoso en tardes de primavera sobre todo tras una tormenta. Se alimenta de caracoles que golpea contra un tronco o piedra a modo de yunque para romper su concha, también lombrices y otros insectos. Está presente todo el año.